El Realismo
El Realismo surge como un movimiento opuesto al Romanticismo
e intenta trasladar la
realidad al arte, es decir, representarla lo más fielmente
posible y con el máximo grado de
Verosimilitud.
El Realismo surgió en la Francia de la primera mitad del
XIX. Se inició con autores como
Balzac y Stendhal, y se desarrolló con Flaubert.
En España, el inicio realista coincidió con acontecimientos
históricos capitales. Surgió hacia
1870, después de ―La Gloriosa‖, y tuvo su apogeo en la
década de 1880. Finalmente decayó
en la década de 1900.
Aspectos políticos, económicos y sociales.
Los gobiernos progresistas surgidos al hilo de la Revolución
de 1868 consagraron derechos democráticos e impulsaron reformas laborales y
fiscales que crearon gran descontento. La crisis económica, el desempleo, las
guerras y los conflictos regionales contribuyeron al fracaso de la I República
y a la Restauración de la monarquía, que puso fin a un largo período de
guerras.
Durante la
Restauración, los cambios gubernamentales se efectuaron por medio de las Cortes
y se estableció el bipartidismo de liberales y conservadores. El Gobierno,
centralista y oligárquico, se apoyaba en el medio provinciano y rural, dominado por caciques,
con quienes se controlaban y simulaban unas elecciones fraudulentas.
El desarrollo
económico (minería, siderurgia vasca, industria textil catalana y actividades
comerciales) impulsó el crecimiento de las ciudades, comunicadas por el
ferrocarril. A este período corresponde la consolidación del Estado liberal y
el triunfo de la burguesía. Las familias burguesas gustaban del lujo y de la
ostentación, mientras que las masas populares permanecían al margen de la política,
la modernización y la cultura. En estos años se desarrollaron las
organizaciones obreras, en sus vertientes socialista y anarquista.
Aspectos ideológicos y
culturales.
La
corriente de pensamiento más destacada fue el krausismo. Uno de sus frutos más importantes fue la Institución Libre de Enseñanza (1876),
fundada por Francisco Giner de los Ríos.
En su primera etapa se centró en la enseñanza universitaria y, a partir de
1881, en la reforma de la pedagogía tradicional.
Con
la Restauración se inició una etapa
positivista, aunque seguían vigentes las ideas krausistas en pedagogía y
derecho, y valores como la ética individual, la tolerancia y el rigor
científico.
Otro
fenómeno destacable, sobre todo a partir de la década de 1880, fue el extraordinario desarrollo de la prensa, que difundió obras por entregas y
artículos de los escritores más importantes de la época (Clarín, Galdós,
Valera, Pardo Bazán), y sirvió de soporte a la polémica sobre el naturalismo.
Corrientes de pensamiento.
En la segunda mitad del siglo XIX, dos
corrientes filosóficas dominan el pensamiento español:
Krausismo. Julián Sanz del Río impulsó la
difusión del pensamiento del filósofo alemán Karl C.F. Krause. El krausismo,
que llegó hasta la Segunda República, tuvo una gran repercusión en sectores de
la burguesía ilustrada de España. Influyó en la cultura (ciencia, pedagogía,
literatura) y, especialmente, en el derecho. La versión española de esta
corriente propugnó una “filosofía práctica”, racionalista, que hace hincapié en
el carácter ético de la conducta individual, en la creencia en la perfección del
hombre y en la evolución de la sociedad. El período de máxima vigencia del
krausismo corresponde a su primera etapa, entre 1854 y 1875.
Positivismo. Este sistema filosófico sólo
admite los conocimientos que se fundamentan en la experimentación. Se basa en
la aportación de las ciencias físicas y naturales. Los positivistas españoles
defendieron el evolucionismo y el determinismo, y difundieron las obras de
científicos europeos como Darwin o Spencer.
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